Se manso y humilde de corazón

Se manso y humilde de corazón

Adorador Irving González

 

2 Crónicas 12:11-12

 

Cuando se habla de la humillación delante de Dios no se trata solo de una palabra, sino es reconocer y aceptar su voluntad en tu vida y lo que tiene para ti aunque no sea lo que quieras o lo que te guste, si tú lo aceptas te estás humillando delante de él.

 

2 Crónicas 12:8

 

Humillarte es aceptar lo que Dios está haciendo por medio de esa situación porque te sirve de preparación y enseñanza, pero no a todo el mundo le gusta estar sometido, siendo preparado, pero si de verdad amas a Dios eso es ser humilde y manso delante de él. No hay razón para pelear con lo que Dios quiere darte y hacer, porque por medio de la situación o circunstancias es que viene la solución, la preparación, la enseñanza.

 

Aunque trates de evadir a Dios Él no te dejará quieto hasta hacer lo que dijo contigo.

 

Mateo 11:29

 

Ser manso es someterte y no pelear, someterte a la voluntad de Dios y lo que Él está haciendo y hace en ti, de eso se trata la mansedumbre y Jesús es un gran ejemplo de ello.

 

Él jamás renegó de lo que el Padre quería hacer con él, pero los creyentes actuales es lo que más hacen, renegar de lo que Dios dispone en sus vidas.

 

En la batalla de las circunstancias primero vas a la victoria y luego es que peleas, esa victoria la consigues es en su presencia. Al tener la seguridad de lo que él te ha dado estás preparado para ir a pelear. Él quiere tu mansedumbre y humillación delante de su presencia. Es necesario que vayas y busques la victoria en su aposento.

 

2 Crónicas 10:3

 

La mayor humillación delante de Dios es reconocer que no tienes fuerza para librar esa batalla, ahí demuestras tu humillación y mansedumbre.

 

La batalla que tienes en tu vida no te pertenece, le pertenecen a Dios, esas batallas, problemas y circunstancias le pertenecen a Dios. No puedes seguir peleando en su batalla, y solo la puedes ganar es en su presencia. Tú campo de batalla es rendirte delante de la presencia de Dios, no del enemigo o del problema, es delante de su presencia.

 

Si quieres ver la mano de Dios en todo, debes invitarlo para todo. En toda situación debes incluirlo. Dios no hace todo, el pelea, pero tu responsabilidad es que lo busques y avances, eso te corresponde a ti.

 

La humillación o humildad te enseña a tener mansedumbre ante toda circunstancia. Al ser humano le gusta ser independiente y hacerlo con sus fuerzas para demostrar que son capaces, pero resulta que las fuerzas de Dios en tu vida son necesarias. Y cuando las cosas no salen como esperan empiezan a airearse, a murmurar, a molestarse, porque la verdad es que el ser humano no fue creado para ser independiente, sino dependiente de Dios.

 

Por eso hay tantas religiones y creencias, porque en el ser humano está la necesidad de depender de algo o de alguien, pero lo llenan con cualquier cosa, cuando la verdad es que fuimos creados para depender completamente del Dios del cielo.

 

Humillarse delante de la presencia de Dios es también reconocer que no puedes sin Él.

 

Aceptar la corrección sin murmuración también es mansedumbre. A muchos le habla Dios a su manera, y no a la manera que a ellos les gusta, ahí empiezan a molestarse. Queda de tu parte reconocer que su palabra te fue dada te guste o no.

 

Eres manso y humilde cuando reconoces que la paga y la recompensa no viene de la tierra sino del cielo. Cuando haces  y sirves para Dios, eso nunca se queda en vano.

 

Muchos buscan a Dios porque quieren lo que Dios le ha prometido, dinero, prosperidad, beneficios, y si Dios te recompensa, pero toda recompensa real está en el cielo, no en la tierra, todo lo de ella es pasajero, pero lo eterno está en el cielo. Si estás pensando en la recompensa de la tierra por encima de la del cielo te vas a decepcionar.

 

2 Crónicas 15:7

 

Hay recompensa para los que obran y sirven a Dios. Y las recompensas de él son más valiosas que lo que puedas recibir aquí.

 

La mansedumbre en nuestras vidas va a dar testimonio a otros de Dios.

 

Si Dios decide que algo sea de un modo nadie puede refutar lo que Él decidió. Hay dos tipos de decisiones en el Padre, las que él decide que se van a hacer y las que necesita de alguien para clamar y Hacer que sucedan.

 

Jeremías 31:16

 

Muchos por la situación que ha pasado el país decidieron dejar de trabajar para el reino del cielo por trabajar para el reino de la tierra sin consultarle a Dios, y resulta que Dios es el que sustenta. Y si haces algo sin consultar y fuera de su voluntad, no puede hacer por ti.

 

Mejor es lo poco en Jehová que lo mucho en iniquidad. Dios siempre que estés dentro de su voluntad te va a sustentar.

 

No te acostumbres a la comodidad que Dios te da, porque cuando te lo pide te pones renuente, sin entender que si te pide algo es para darte algo mayor.

 

Dios no va a trabajar con gente renuente y rebelde a su voluntad.

 

Dios realmente no quiere derramar ira y juicio para con sus hijos, pero es necesario.

 

Salmos 37:10-11

 

La palabra de Dios dice que los mansos heredarán la tierra. Si quieres llegar a su herencia y promesas debes ser manso.

 

Dios trabaja con los obedientes y mansos a su voluntad y palabra. A quienes le dice que perdonen y perdonan, que amen y aman. No puedes ser renuente ante lo que el Padre dice, humíllate y se manso, porque ante esa situación él lo que quiere es que aprendas obediencia y mansedumbre.

 

Lo que sucede al escaparte de las circunstancias es escaparte de lo inevitable, huir de su voluntad lo que hace es alargarla, pero sucederá. Acepta su voluntad y decisión, porque para que pueda ponerte a servir en donde Él quiere, debes aprender a rendirte a su voluntad para formarte.

 

En lo que eres débil Dios quiere hacerte fuerte.

 

Las situaciones sacan lo que hay en tu corazón para demostrarte lo que realmente tienes.

 

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