Deuteronomio 8:18
Que tú corazón no se dañe.
Te acuerdas de Dios cuando estás en medio de la necesidad y circunstancias. Pero ¿Qué pasa luego de que el problema se resolvió? Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios.
No es solo ir a la iglesia en agradecimiento, es vivir una vida para él, que no quebrante sus leyes y estatutos.
Cumple sus mandamientos, decretos y estatutos que él dejó para ti.
No te puedes olvidar de Dios cuando la multiplicación llegué, debes cuidarte.
Cuida que no se enorgullezca tu corazón y te olvides de Dios, porque ese será el comienzo de tu desgracia. Puedes tener millones en dinero, muchísimo en provisión, en lo material y en salud, pero si te olvidas de Dios eres un miserable.
¿Quién te prospera, te sana, te libró del pecado y hace que estés aquí? Dios.
¿Quién te sustentó? Dios.
Donde no había agua sacó agua del pedernal.
El proceso que viviste o estás pasando, lo que tuviste y tienes en medio de él, Dios te lo dio y fue quien te sustentó, porque él quiere hacerte bien.
Dios te vino a recordar, que cuando estuviste en medio de hambre y necesidad, donde pensabas que él no estaba, fue él quien te sustentó. Pasaste por medio del desierto con escorpiones y fue él quien te cuidó.
Y ese desierto es el que Dios usó para doblegar tu corazón. Lo que tuviste y tienes no han sido tus habilidades, siempre ha sido Dios.
Tus ideas, habilidades y creatividad solo te las ha dado Dios, porque tú humanamente nada haz hecho, todo lo ha hecho él, quien tocó tu mente para que las tuvieses.
Que tú corazón no se llene de orgullo y no empieces a caminar a espaldas de Dios.
Dios te escogió, y él está cuidando que sepas bregar en lo que él quiere darte, que te mantengas puro y humilde cuando venga todo lo que él te va a dar.
No te preocupes, porque en medio del desierto él te dará la salida, el sustento, el alimento, la prosperidad, salud, vida.
Quita la independencia de tu vida, y depende totalmente de Dios.
Pide que él te de las ideas, las habilidades, el dinero para hacer lo que quieres, él es el único que puede hacerlo.
Que él te dirija completamente, que no te muevan las emociones, la impulsividad, los sentimientos, que sea Dios en todo momento.
Que todo lo que tengas sea producto de tu santidad y consagración para que te mantengas a sus pies.